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domingo, 14 de febrero de 2021

Gigante "Negro" Miedo. Testimonio anónimo.

A lo largo de mi vida he conocido el miedo, y se que pueden suceder dos cosas con esta emoción; te puede paralizar, apoderarse de ti y convertirte en su prisionero permanente, o llegar al grado de aterrarte y huir al primer síntoma de temor. Por naturaleza humana no podemos evitar el miedo, en un animal o una persona sana es un método de defensa, para evitar salir lesionado o la muerte. Pero para un enfermo alcohólico es una emoción más grande que nuestra voluntad o nuestros instintos, se convierte en nuestro enemigo, no por nada es considerado como uno de los gigantes del alma.
Quiero compartir un par de experiencias en las que el miedo hizo presa de mi, trataré de ser simple en los detalles pero profundo en las sensaciones y pensamientos; recuerdo claramente que a mis tiernos cinco años acompañado de mis padres, realizaríamos un viaje a algún lugar para vacacionar, pero al entrar a la central de autobuses el sonido donde se hacen los anuncios de las próximas salidas me puso tenso, entre más permanecimos en el lugar, el estrés y temor de spiderman de mi, comencé a sudar, a temblar, en realidad no entendía lo que decían en los altavoces, pero era aterrador para mí, comencé a morder y gritar que nos fuéramos de ahí, que yo no me quería quedar en ese "hospital", sentía y pensaba que de nuevo cortarían y operarian mis piernas, que me dolería mucho, que no vería a mis padres, que me abandonarían en ese "hospital". Entonces puedo decir que un trauma previo, como 11 cirugías para reconstruir las piernas de un niño de no más de tres años y el ambiente frío de un hospital, una madre sobreprotectora, convirtieron a un adolescente y a un hombre temeroso, inseguro, débil y conformista. 
Pues no, por muchos años yo me justifique en ello, y me di cuenta que estaba equivocado, para explicarlo mejor, lo haré relatando mi segunda experiencia; siendo un varón de casi 30 años de edad, soltero, con estudios universitarios, con un trabajo módico, militante de un grupo de AA, "recuperado", "con la mente sobria", "servidor" y casi casi padrino de los nuevos. Llega una bella mujer a mi vida, y pensé, ya encontré a la madre de mis hijos, es chambeadora, independiente y se ve que le gusto, y si, no me equivoqué. Pues todo parecía espectacular, recolectando las mieles del programa, pero ò sorpresa una ocasión que me llega con la noticia de que posiblemente éramos portadores de VIH, pues su última pareja estaba contagiada. En ese momento la odié, la quería moler a golpes, las lágrimas salían solas, un estupor invadida mi ser, me dolía el pecho, me faltaba la respiración, mi mente divagando, un nudo en mi garganta, no le pude decir palabra alguna, paso por mi mente beber, pero simplemente salí del lugar y como guiado por una mano fui a dónde un alcohólico puede ir, a un grupo a pedir por segunda vez auxilio. Entonces, y solo entonces logré poner en perspectiva mis miedos y temores, uno puede tener miedo al dolor, al sufrimiento, al engaño, a perder, a tener menos, a enfermar, al abandono, a no ser querido, a la muerte, a vivir, es más, todo lo que se te ocurra. Pero la realidad es que somos unos seres tan egoístas y vanagloriosos, que un poder superior nos regala situaciones y circunstancias para ser mejores seres humanos de lo que éramos ayer. Es difícil vivir con VIH, pero sería peor vivir con miedo, felices 24 horas.
Anónimo.

LOS TRES GIGANTES DEL ALMA

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